Uff, ¡vaya tema!
Algo tan cotidiano y tan simple como un saludo puede llegar a ser un problema si no conocemos las costumbres del país al que marchamos. Las diferencias pueden ser abismales.
En España, para saludar a alguien con dos besos, no hacemos diferencia entre si acabamos de conocer a esa persona o ya la conocíamos de antes. La diferencia estriba en la efusividad que le demos a esos besos y en la proximidad de los cuerpos al realizarlos. Podemos rozar las mejillas y lanzar los besos al aire, en el caso de no conocer a la persona, o “plantar” dos sonoros besos mientras sujetamos ligeramente el brazo de esa persona, si nos une una amistad o tenemos lazos familiares, natürlich!. En este último caso, el abrazo también es posible.
Un leve contacto corporal puede llegar a molestar enormemente a un alemán ( a ver…si no lo está buscando, claro;) Eso de invadir su espacio vital…como que no. Esto me recuerda a una profesora que tuve en el instituto que era estricta hasta en la forma de vestir, y que se presentó el primer día dibujando una linea imaginaria entre ella y nosotros mientras decía: “este es mi espacio y este es el vuestro, ¡ni se os ocurra invadirlo!”
Pues algo parecido pasa con los alemanes. Ellos no trazan una linea imaginaria, sino una circunferencia a su alrededor creando así una especie de “burbuja espacial”. El radio de esa “burbuja” dependerá de lo largo que tenga el brazo la persona en cuestión. Es la distancia orientativa que deberíamos dejar al hablar con una persona que no conocemos.
Resulta muy gracioso curioso observar un saludo/presentación en Alemania donde al menos haya una mujer (por ejemplo una española y un alemán o alemana). Pongámonos en situación: